Durante años, el ritmo del bèlè estuvo guardado en el inconsciente colectivo de los martinicanos: era parte de las tradiciones del campo y de la clase obrera, y estaba enmarcado por el erotismo que despertaban los tambores. No era lo propio de las clases altas en esta colonia francesa, mientras que otros ritmos, como el biguine y las mazurkas, despertaban el orgullo nacional.
"La gente se sentía avergonzada del bèlè, y yo me preguntaba ¿por qué? (...) Allí fue donde todo empezó y, para mí, es el alma de Martinica", explica la cantante y bailarina Valérie Louri, quien trae a Colombia este sonido y puesta en escena en un recital en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán. el tiempoacademias de musica
escuelas de musica
No hay comentarios:
Publicar un comentario